Publicado ocho años después de La estructura ausente, el presente libro de Umberto Eco intenta unificar sus investigaciones semióticas desarrolladas hasta hoy para elaborar una teoría global de todos los sistemas de significación y de comunicación. Este proyecto de semiótica general comprende dos partes fundamentales, dialécticamente independientes: una teoría de los códigos, que intenta explicar la organización cultural de cualquier sistema significativo, y una teoría de la producción de signos, que reelabora los planteaminetos tradicionales en este campo, sustituyendo la tipología de los signos por una tipológía de los signos por una tipología de los modos de producción de signos.
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Umberto Eco (1976) ha dedicado el primer capítulo de su Tratado de semiótica general a fijar los límites de una teoría semiótica, clasificándolos en dos tipos: los políticos (los académicos, los cooperativos y los empíricos) y los naturales, que dependen de la misma concepción del signo. Dentro de estos últimos ha indicado un umbral inferior, en donde se excluyen del ámbito semiótico los estímulos y la información física; y uno superior, en donde el concepto de cultura es fundamental. Se encuentra aquí el problema al que nos enfrentamos en este punto.
Frente al llamado imperialismo semiótico, Eco (1976) ha formulado dos hipótesis sobre la relación de la semiótica con la cultura:
"(i) la entera cultura debe ser estudiada como fenómeno semiótico; (ii) todos los aspectos de la cultura pueden ser estudiados como contenidos de una actividad semiótica. "[Nota 56]
No cabe duda de que el problema reviste una gran complejidad. Aceptando los límites de la semiótica señalados por Eco (1975), es posible todavía encontrar otro límite natural en la semiótica: uno metodológico. La semiótica es una disciplina que se constituye siempre como un discurso sobre los sistemas significativos a los que ella misma no puede modificar. Es decir, todo discurso semiótico es siempre un metalenguaje respecto a un lenguaje objeto. Metalenguaje que, desde luego, intenta analizar los códigos semióticos y los procesos significativos, las formas y los contenidos del lenguaje objeto y que lógicamente deben estar constituidos para poder ser analizados ... No se afirma que no puedan ser objeto de estudio de la disciplina llamada semiótica todos los actos de dar significado, se niega si, que el discurso semiótico (de la disciplina) pueda dar los significados del lenguaje que está estudiando.
En consecuencia, la relación metalingüística que la "semiótica" mantendrá con su lenguaje-objeto es como aquellos del tipo 3) de los lenguajes naturales. En este sentido, es posible agregar a los límites que Eco señala en el Tratado de semiótica general un nuevo límite natural, metodológico; para poder analizar un sistema de signos (un lenguaje) la semiótica (como disciplina) tiene que tener su objeto constituido.
La pretensión de que a través de algunos instrumentos "semióltico" se podrán interpretar de una mejor manera ciertos textos, no toma en cuenta que su discurso tiene relaciones metalingüísticas con el texto en el sentido 2) de la tipología propuesta. Todo discurso tendiente a determinar la interpretación de signos adquiere una relación metalingüística que es capaz de establecer un nuevo sentido a los propios signos por lo que puede cambiar el código -en el sentido semiótico - del propio texto al que se refiere, -es decir, puede modificar el sistema en el que se establecen las interrelaciones entre signos-. La interpretación de signos es siempre un arte que se puede desarrollar con diversas técnicas, sean éstas tradicionales o novedosas.
Pretender calificar como actividad del "semiótico" (versado en disciplina semiótica) todo acto de atribución de significado, significa elevar a la categoría de "semiótico" (versado en disciplina semiótica) a todo miembro del género humano, ya que sólo es posible pensar a través de signos. En esta perspectiva todo hombre y toda mujer que haya existido en un "semiótico" (versado en disciplina semiótica). Resulta evidente que este calificativo antes que ayudar confunde.
La tesis de que es posible la utilización de herramientas para revelar el real contenido de un texto peca, o bien de ingenuidad, o bien de malicia. De ingenuidad si se desconoce que los hombres han dado interpretaciones a los textos desde hace millares de años y prácticamente desde que el hombre es hombre, sin auxilio de ninguna "herramienta semiótica". A mayor abundamiento, aún hoy estadísticamente son poquísimos aquellos que conocen algo de la disciplina, lo que haría suponer a la mayoría de los hombres como incapaces de interpretar.
Por otra parte peca de malicia, si los que la proponen esconden su interés de ser los detentadores de la "auténtica" interpretación de un texto.[Nota 57]
Bernard Jackson, por ejemplo, ha realizado algunos estudios de semiótica jurídica en su libro Semiótica y Teoría del Derecho (1985), en los que hace diversos análisis del lenguaje normativo. Entre los enunciados de este libro y el lenguaje jurídico existe una relación metalingüística de nivel 3. Es decir, los enunciados escritos por el profesor de Canterbury tienen una relación metalingüística respecto de los enunciados normativos sin modificar los significados de lostextos. Por otra parte la ley bíblica en Algunas cuestiones semióticas de la ley bíblica (1983), la relación entre los enunciados de esta última obra y la ley bíblica asume características de relación metalingüística 2. Obviamente, en el texto citado se encuentran diversos enunciados que pueden ser considerados a nivel 3 de nuestra tipología, sin embargo, todas las partes que versan sobre la interpretación de la ley bíblica deben ser consideradas a nivel 2. Es admisible preguntarse cuál es la diferencia entre los métodos de interpretación utilizados por Jackson y aquéllos de la dogmática jurídica tradicional. La respuesta es que en relación a los enunciados interpretativos (que tienen una relación metalingüística 2 del lenguaje natural con su lenguaje objeto) no existe diferencia ya que toda interpretación implica la preferencia de un criterio sobre otro. La elección de este criterio puede ser fundada sobre razones históricas-económicas o políticas, sin embargo la determinación del criterio adquiere, siempre la misma naturaleza.[Nota 58]
+ http://biblioteca.itam.mx/estudios/estudio/letras18/textos3/sec_10.html
Trabajo Practico Nº 5. Guia Nº 3
Hace 13 años
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