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La invención del diseño

La invención del diseño

ARQ. Roberto Doberti

Argentina – 2009
Teoría

Hablaremos de las cruciales instancias en las que lo Real oscila entre Ser y Ausencia, en las que se vislumbra el pertinaz misterio de las modalidades del Consistir. Enlazaremos la Forma, el Habitar y el Diseño para intentar la presentación de un andamiaje capaz de dar cuenta de la condición significante de esos sustanciales emergentes históricos. Dicha emergencia, que es construcción, interpretación, y tal vez ilusión, solo puede ser mencionada por la palabra Conformación.

Fue necesario que nos constituyéramos, y eso demandó muchos miles de millones de años, aunque esto dice poco, porque lo que hay que decir es que comenzó con el Tiempo y vale agregar que su desarrollo es el Espacio.
Ocupar las praderas, pararse sobre los pies, liberar los brazos y las manos, oponer el pulgar para abrirse al manipuleo, desarrollar la corteza cerebral, fueron los eslabones de la cadena que nos sostiene y nos ancla. Pero el paso decisivo aún había que darlo, había que...



...cruzar el umbral. Ese umbral admite muchos nombres, quizás porque es la presencia del Nombre, o para ser más preciso porque consiste en la construcción del Significado.

Probablemente fue primero una cultura utensiliar, ya cultura porque el utensilio no es recurso aleatorio y devuelto a lo circundante en el preciso momento en que cumplió su utilidad, sino reserva y memoria, útil que se resguarda.
Porque es utensilio en el preciso momento en que no se usa, en el preciso momento en que solo es aquello que se sabe que puede usarse, en que es pura predisposición, en que es Símbolo: preciado recuerdo de usos pasados y certera posibilidad de usos futuros.

Pero aún faltaba para que Humano y Mundo se concretaran, de ese modo tan inescindible, precario, y al mismo tiempo tan necesario que si su unión se quebrara todo se desvanecería, ausentando todo horror y toda ventura.
Es difícil imaginar el momento decisivo en el que se produjo eso que faltaba.
Ya estaban los utensilios: simples y esenciales como la piedra afilada y la cáscara contenedora.

Entonces, alguien distinguió, diferenció, en la unidad en qué consistían esas cosas entre la Materia y la Forma, reconoció, por un lado la resistencia y el peso del sílex, y por otro lado, la configuración acuñada que proveía el filo y la linealidad que lo extendía; advirtió, por un lado la impermeabilidad que adquiría la calabaza, y por otro lado, la continuidad y la redondez de la superficie.
Y, digamos, desmoldó la Forma, pero para ser precisos debiéramos decir que la hizo Forma, y así la separó de la Materia, como si fuera un sutil envoltorio que puede ser extraído sin deformación ni coloratura.

Desmembró la cosa de un modo que las cosas no admiten; por eso dejaron de ser Cosas y empezaron a ser Objetos.
Fue entonces capaz de transferir esa Forma, que de algún misterioso modo había conservado, a otras materias; fue entonces, verdadero Productor.

Pero eran necesarios todavía otros pasos, era necesario que alguien construyera un objeto que no parecía tener uso alguno, ese objeto no servía para satisfacer ninguna necesidad o deseo, ese objeto solo servía para hacer otros objetos.
Esa nueva cosa ya no era solo cosa ni tampoco era solo objeto ni era utensilio: eso era Instrumento.

Cosas para hacer cosas, objetos para hacer objetos, necesidad de atender a las necesidades deseos de acrecentar el deseo; y más aún: cosas para hacer cosas que hagan cosas y deseo de alimentar el deseo de otros deseos.

Y con ellos el Nombre, voces efímeras pero repetibles que designaban y asignaban, voces que el objeto requería para completarse como objeto, voces que el objeto suscitaba y extraña pero decisivamente voces que suscitaban al objeto.
Voces que no esperaban la presencia del objeto, voces que en su alusión hacían oscilante y compleja la presencia y la ausencia.

Como es previsible la Forma y el Nombre se convocaron y se unieron, se entrecruzaron con la Imagen y el Canto.
Con aquella escisión se hizo aparecer la Forma, precisamente eso que estaba oculto por la apariencia.
Con los vínculos entre la Forma y el Nombre, vínculos que había que inventar, Forma y Nombre conformaron al Humano.

Estas alternativas donde se nos juega la vida – porque sin ellas no es Vida ni es Nuestra – se plantean a partir de otro paso en esa marcha cuya meta es indescifrable. Ese paso se llama Diseño; exige condiciones previas e inexorables: el reconocimiento del Utensilio, la producción del Instrumento, el enlace con el Nombre, el alejamiento del Instinto; en definitiva, la instalación del Hablar y del Habitar. Instalación que solo es posibilitada, ejercida y heredada porque antes fue la Forma, organizando los cuerpos y el espacio, articulando las voces y la palabra.

Aquella escisión donde parecía que no podía haberla, al que llamamos Forma estuvo dispuesta durante largo tiempo para su reencuentro con la materia a través del Trabajo Humano, reproduciendo los objetos, reincorporando las Voces y las Configuraciones. La Forma se planificó, encontrando su destino, construyendo nuestro destino, cuando hubo Diseño.

Diseño hubo cuando ese envoltorio, que en el gesto de retirarlo se hacía Forma y desnudaba el Mundo, se hizo materia moldeable. Cuando ahí, en otro Mundo –que refleja al Mundo y se sostiene en los bordes de la irrealidad– la Forma se reformulaba y otros Comportamientos se indicaban, se inducían o se imponían.

Cuando a partir de ese Mundo, de ese Laboratorio de Prefiguraciones, el Mundo no es dato inerte sino invención o interpretación, cuando nos hace ineludible la decisión: cuando se abre a la construcción compartida y al disfrute no menos compartido, o cuando es cómplice sumisión, o perverso regodeo en la ventaja individual.

Diseñar es operar la Forma, Estrictamente es indagar y elaborar la Forma operativa.
Esa Forma que no se antagoniza con los procedimientos para su materialización ni con las necesidades que la impulsan. Diseñar es generar esa Forma que es lugar de síntesis y de ejercicio de las técnicas y los usos; esa Forma contextualizada que es memoria, actualización y transformación de esa construcción colectiva, identificatoria y constituyente que merece ser nombrada Cultura.

Recurrir otra vez a la Forma y al Diseño, estudiándolos y desplegando sus posibilidades es camino de recuperación y avance, aporte para una identidad social amenazada pero no inerte, necesitada de una autenticidad estructural cuyo procesamiento es verdadera, abierta, compartida e imaginativa CONFORMACIÓN



“Este artículo es una selección y reformulación de un texto publicado en el libro Espacialidades de mi autoría”
Buenos Aires, Infinito 2008



Editado y Distribuido por: http://www.DisenoLA.org
Organización Latinoamérica de Producción Intelectual en la disciplina del Diseño - 2009


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